Cumbia
Quizás llegó la hora de sentirme argentino sin contradicciones. Pero mi felicidad no es plena: pienso en Miel. Si estuviera Miel conmigo podríamos tirarnos en la alfombra a inventar diálogos entre Miguel Cané y Washington Cucurto. Saldría más o menos así: Cané: ¡Vamos muchachas! ¡Una bamboula endemoniada! Cucu: ¡Qué bellísimo escándalo! Me zampaban los sentidos los coloridos sensores de los carteles anunciadores de bandas y grupos tropicales. Cané: Me será difícil olvidar el cuadro característico de aquel montón informe de negros cubiertos de carbón, harapientos, sudoroso, bailando con entusiasmo febril bajo los rayos de la luz eléctrica. Cucu: Cabrón, cuando se te encienden las luces se enciende la vida, p...